La vocación por el Derecho y el ejercicio liberal de la profesión esta ligado al apellido Acosta y Lara desde 1917, año en el cual el Escribano Guzmán Acosta y Lara Medina fundó el primer Estudio jurídico notarial, al que se sumó luego su hijo Manuel Acosta y Lara Sosa Días y sus nietos, completando así las primeras tres generaciones. Con el correr de los años y los cambios en la sociedad y el Estado, el Estudio fue incorporando nuevos profesionales y especializándose en distintas áreas del Derecho. El Dr. Guzmán Acosta y Lara Romero, nieto del fundador y continuador de ese ejemplo y vocación por el Derecho y el servicio público, inaugura una nueva etapa en 1995: Acosta y Lara & Asociados. Acosta y Lara & Asociados/ Abogados – Escribanos - Contadores - Consultores, cuenta con una nueva y moderna infraestructura, estratégicamente ubicada en la Ciudad Vieja, acorde a los tiempos y necesidades del hoy, constituyéndose así, en una Empresa de servicios jurídicos, notariales, contables y de consultoría Empresarial.
La baja del salario real fue de 1,7% en el promedio anual de 2020, pero la situación de los privados con caída de 2,3% fue peor que la de los estatales, cuya baja fue de casi 0,7%. Eso también comprende situaciones diferentes dentro de cada categoría, porque los municipales mantuvieron poder adquisitivo y los de administración central y entes tuvieron una pérdida del orden de uno por ciento. Es cierto que es la primera tasa negativa desde 2005, aunque dos años antes (2018) el salario real había dado estable, con leve suba para estatales y estancamiento en privados. En medio de una pandemia y con una caída de producción tan fuerte como no se recuerda, si el daño para los trabajadores fuera de una pérdida de poder de compra de menos de 2% no parecería tan grave, y es que el problema serio no fue esa tasa negativa sino la pérdida de trabajo, y por lo tanto de ingresos para decenas de miles de personas. El problema estuvo (y está) en el empleo, y dentro de los que fueron a “seguro de paro”, lo más bravo es para los no logran volver a su puesto de trabajo y están en incertidumbre, porque ya fueron despedidos o van camino a eso. A fin de 2019, la cantidad de trabajadores amparados al subsidio de desempleo eran 45.551, lo que subió a 119.383 en marzo y a 189.555 en mayo, pero luego comenzó a bajar cada mes, quedó en 105 mil y poco en setiembre, en 89 mil en octubre y en 79.838 en noviembre, pero la tendencia se frenó y subió a 80.866 en diciembre. Ese dato muestra un núcleo duro de gente que no logra recuperar empleo, y muchos otros ni seguro de paro tienen.
La baja del salario real fue de 1,7% en el promedio anual de 2020, pero la situación de los privados con caída de 2,3% fue peor que la de los estatales, cuya baja fue de casi 0,7%. Eso también comprende situaciones diferentes dentro de cada categoría, porque los municipales mantuvieron poder adquisitivo y los de administración central y entes tuvieron una pérdida del orden de uno por ciento. Es cierto que es la primera tasa negativa desde 2005, aunque dos años antes (2018) el salario real había dado estable, con leve suba para estatales y estancamiento en privados. En medio de una pandemia y con una caída de producción tan fuerte como no se recuerda, si el daño para los trabajadores fuera de una pérdida de poder de compra de menos de 2% no parecería tan grave, y es que el problema serio no fue esa tasa negativa sino la pérdida de trabajo, y por lo tanto de ingresos para decenas de miles de personas. El problema estuvo (y está) en el empleo, y dentro de los que fueron a “seguro de paro”, lo más bravo es para los no logran volver a su puesto de trabajo y están en incertidumbre, porque ya fueron despedidos o van camino a eso. A fin de 2019, la cantidad de trabajadores amparados al subsidio de desempleo eran 45.551, lo que subió a 119.383 en marzo y a 189.555 en mayo, pero luego comenzó a bajar cada mes, quedó en 105 mil y poco en setiembre, en 89 mil en octubre y en 79.838 en noviembre, pero la tendencia se frenó y subió a 80.866 en diciembre. Ese dato muestra un núcleo duro de gente que no logra recuperar empleo, y muchos otros ni seguro de paro tienen. La baja del salario real fue de 1,7% en el promedio anual de 2020, pero la situación de los privados con caída de 2,3% fue peor que la de los estatales, cuya baja fue de casi 0,7%. Eso también comprende situaciones diferentes dentro de cada categoría, porque los municipales mantuvieron poder adquisitivo y los de administración central y entes tuvieron una pérdida del orden de uno por ciento. Es cierto que es la primera tasa negativa desde 2005, aunque dos años antes (2018) el salario real había dado estable, con leve suba para estatales y estancamiento en privados. En medio de una pandemia y con una caída de producción tan fuerte como no se recuerda, si el daño para los trabajadores fuera de una pérdida de poder de compra de menos de 2% no parecería tan grave, y es que el problema serio no fue esa tasa negativa sino la pérdida de trabajo, y por lo tanto de ingresos para decenas de miles de personas. El problema estuvo (y está) en el empleo, y dentro de los que fueron a “seguro de paro”, lo más bravo es para los no logran volver a su puesto de trabajo y están en incertidumbre, porque ya fueron despedidos o van camino a eso. A fin de 2019, la cantidad de trabajadores amparados al subsidio de desempleo eran 45.551, lo que subió a 119.383 en marzo y a 189.555 en mayo, pero luego comenzó a bajar cada mes, quedó en 105 mil y poco en setiembre, en 89 mil en octubre y en 79.838 en noviembre, pero la tendencia se frenó y subió a 80.866 en diciembre. Ese dato muestra un núcleo duro de gente que no logra recuperar empleo, y muchos otros ni seguro de paro tienen.